Ellos siempre hablan y hablan, sin saber que siento más que ellos en silencio.
Siempre esperan más de mi, sin saber que yo hago mi mayor esfuerzo.
Siempre ven lo malo que hago, y raramente me apremian lo bueno que he hecho, quizás no sea mucho, pero pongo todo mi esfuerzo.
Siempre me exigen, sin saber que yo espero mucho más de ellos, que lo que esperan de mí. Nunca se los digo, sin embargo. Nunca me ven llorar, por cierto. Siento y lloro en silencio, y solo Dios ha sido testigo de eso; siempre le pregunto y siempre le pido que me guíe, quizás él me está dando a entender que siempre decepcionaré, y a mi me decepcionarán el triple. ¿Con tal? Al final del cuento yo siempre seré la mala.
Si te has sentido así alguna vez, no olvides que un mal día siempre lo tiene cualquiera; que tu vida es tuya y es para ti, sé feliz y has lo que más ames, antes que sea más tarde. Las personas nunca van a conocer cómo somos realmente, ni los conoceremos a ellos.
A pesar de todo, recuerda siempre que una sonrisa nunca le hace mal a nadie, así que trata de sonreír mucho todos los días, a pesar de tus malos momentos, ya sean por rabia, tristeza, o impotencia.
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